Seahouses. El mero nombre de esta pequeña localidad costera ya produce un efecto tranquilizador. Uno puede imaginarse sin mucho esfuerzo sentado en los pequeños escalones del mirador, comiendo un cucurucho de fish&chips y observando cómo la franja de horizonte engulle poco a poco al sol, mientras bandadas de pájaros ponen la banda sonora a este momento final del día. O quizás yo puedo imaginármelo sin esfuerzo porque lo he vivido, y por eso puedo afirmar que Seahouses es un lugar especial.
Aunque tampoco vamos a engañarnos, es un pueblecito minúsculo en el que sería imposible perderse ni aunque uno lo intentara con todas sus fuerzas. A las cinco de la tarde, el puñado de tiendas que hay están cerradas, y como mucho la opción que le queda al turista es la de atrincherarse en alguno de los escasos pubs o restaurantes, o dar un paseo a lo largo del litoral o del pequeño puerto. Entonces, ¿por qué es tan especial? Por una parte, porque lo que acabo de describir no deja tener su encanto, pero principalmente porque Seahouses es el punto de partida para uno de los viajes más especiales que he tenido la suerte de realizar. Esta pequeña localidad marítima de la costa oriental de Inglaterra es la puerta de visita a la Islas Farne, un paraíso para todo amante de las aves, y que ningún viajero que se precie dejará de disfrutar como se merece.
Las Farne son aproximadamente unas 20 pequeñas islas situadas en el Mar del Norte, y habitadas por numerosas especies de aves, sobre todo por frailecillos (puffin), que son la imagen distintiva y comercial de todas las Farne. La zona es también hogar de una gran colonia de focas grises. No se pueden visitar todas las islas, muchas de ellas quedan cubiertas por la marea, pero desde Seahouses se accede fácilmente a dos de las islas con más encanto: Staple Island e Inner Farne.
Staple Island es un pequeño islote rocoso que se disfruta no solo con la vista, sino también con el oído. Es impresionante cerrar los ojos y escuchar el graznido de toda esa multitud de aves que han tomado posesión de sus escarpados salientes. No hay que tener prisa en Staple Island. Siéntate, escucha, observa… podrás cazar momentos inolvidables: madres alimentando crías, vuelos en picado en busca de presas, frailecillos que se posan con el aperitivo en el pico… Inolvidable.
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Inner Farne es la mayor de todas las Islas Farne. Menos rocosa y más verde que Staple Island, es lugar de anidación de muchas aves marinas, que no dudan en advertir a los intrusos de que no se acerquen a sus huevos, con alguna que otra tentativa de picotazo en la cabeza si es preciso. ¡Lo hacen, podéis creerme!, así que una de las cosas que no está de más llevar cuando se desembarca en la isla es una gorra o similar, que os proteja de los picos y patas de estos abnegados padres plumíferos. Entre los juncos y vegetación de la isla, en los flancos de los senderos, se pueden observar crías y nidos señalados por los cuidadores. Inner Farne posee también algunas construcciones que la dotan de un encanto particular. La principal es una iglesia que data de 1370 dedicada a St Cuthbert, que durante algún tiempo residió en la isla. Aves, ruinas, vegetación y mar dan a esta isla un toque casi mágico, sobre todo al atardecer.
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Staple Island e Inner Farne no son las dos únicas islas que se pueden visitar, como tampoco son el único atractivo de la zona, pero por sí mismas ya valen una visita a Seahouses, y ya que estáis por allí, ¿por qué no dar un pequeño salto y concederos unos días en Escocia? Por poner un ejemplo, aunque hay muchas formas de completar una visita a las Islas Farne y convertirlas en un lugar al que querríais regresar.
Y si sois un grupo de aficionados a la fotografía, os recomendamos este circuito especial. No lo olvidaréis.