Las últimas noticias nos hablan de la renovación de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, algo que puede ser muy beneficioso para la isla pero que quizás haga que esta pierda algo de ese sabor tan particular que aún perdura en sus calles. Quizá ha llegado el momento en el que por fin visites Cuba y su capital, La Habana, y te empapes de ese carácter tan particular que tanto la caracteriza, en el que simpatía y sensualidad van de la mano en todas y cada una de las facetas del día a día de sus gentes.
(Derechos de imagen: Robert Barnhill)
Comienza el recorrido por la ciudad tomando alguna bebida en los cafés que llevan más de 500 años abiertos en La Habana Vieja, toma alguna croqueta en los varios puestos ambulantes que encontrarás a tu paso y empápate de su gente, de su amabilidad y hospitalidad.
No olvides pasear al atardecer por el Malecón donde la luz baña los antiguos edificios coloniales y los coches de época americanos que pasarán por allí y para vivir una verdadera noche cubana, únete al ambiente nocturno de la zona del puerto. Lleva contigo alguna bebida y disfruta del baile y las risas en buena compañía.
Durante el día, acércate al Capitolio Nacional, a la Plaza de la Revolución, a la Plaza de la Catedral, al Gran Teatro, al antiguo Palacio Presidencial, o el Castillo de la Real Fuerza (año 1558) o la Fábrica de Tabacos Partagás, situada detrás del Capitolio y que ofrece visitas guiadas.
Marca la ruta de tus pasos también al barrio más moderno de La Habana, el Vedado, al callejón Hamel con sus coloridos murales o al barrio Chino de la ciudad.
Y después de empaparte de todo el sabor cubano de La Habana, no dejes de disfrutar del mar y las hermosas playas y cayos de Cuba: todo un paraíso que hará de tu viaje, una escapada inolvidable.
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