El famoso Ponte Vecchio de Florencia es lo que el Coliseo a Roma: todo un símbolo, un icono de esta ciudad italiana de aires románticos y visitada cada año por millones de turistas.
La construcción del Ponte Vecchio se remonta al año 1345, lo que lo convierten en el puente de piedra más antiguo de Europa; anteriormente, en su lugar existía un puente de origen romano construido a base de madera y piedra, que fue destruido durante una crecida del río Arno. El “nuevo” Ponte Vecchio dio cobijo durante los siglos XV y XVI en sus casas colgantes a carniceros y ruteros, pero cuando la corte se mudó al Palacio Pitti, Fernando I mandó cerrar estas tiendas debido al mal olor que reinaba en la zona. A partir de entonces estas curiosas casas fueron ocupadas por artesanos de la orfebrería y joyería, negocios que aún hoy día perduran.
Como este puente de Florencia se encuentra muy céntricamente situado, conectando la Piazza della Signoria (donde se encuentra el Palazzo Vecchio) y el Palazzo Pitti, Cósimo I de Medici ordenó la construcción en el año 1565, del Corridoio Vasariano, que pasa por encima del puente. De esta forma los Médici podían moverse entre uno y otro palacio sin tener que mezclarse con el resto de la población.
(Imagen: wikimedia)
Otra curiosidad del Ponte Vecchio es el busto de Benvenuto Cellini, el más famoso orfebre florentino, realizado por Raffaello Romanelli en el año 1901. Este monumento ha sido durante años usado por muchas parejas que, con el deseo de que su relación perdurase en el tiempo, colgaban un candado y lanzaban las llaves al río Arno. Algo que ya no es posible hacer, salvo si quieres arriesgarte a una cuantiosa multa, ya que la alcaldía de la ciudad prohibió hacer unos años esta práctica “romántica” por el daño que estaba causando a la zona debido al altísimo número de candados colgados.
No podrás colgar candados, pero sí seguir admirando las vistas de Florencia desde este famoso puente, punto de visita imprescindible en cualquier circuito a Italia.