Ayer la ciudad de los canales, la capital de los Países Bajos, Ámsterdam, cumplía años. 740 desde que en el siglo XII surgiera un pequeño pueblo pesquero, que según cuenta la leyenda, fue fundada por dos pescadores originarios de Frisia que acabaron por casualidad a orillas del río Amstel junto a su perro. Ámsterdam hoy día es la ciudad más grande del país, con cerca de 810.000 habitantes. De aquel pueblo de pescadores surgió un gran centro histórico a partir del siglo XVII, siendo actualmente uno de los más grandes de Europa.
Uno de los barrios más antiguos de la ciudad es el de Jordaan, un lugar en el que es fácil y recomendable “perderse”. Las calles de esta céntrica zona de Ámsterdam se comenzaron a trazar en el año 1612 y muy pronto el barrio se llenó de trabajadores de todos los gremios posibles e inmigrantes. El barrio creció y creció y cuando, en la década de los 70 sus casas y calles fueron remodeladas, comenzó a ser el habitat ideal de artistas y estudiantes. El ambiente bohemio impregna esta zona de la ciudad, tanto en sus pequeños comercios, como en sus gentes y sus cafés.
Para conocer bien el barrio de Jordaan, lo ideal es iniciar la ruta desde la Westerkerk, o Iglesia del Oeste, el templo protestante más importante de Ámsterdam y donde fue enterrado el famoso pintor Rembrandt.
Muy cerca de aquí se encuentra la casa de Ana Frank; la visita al trastero donde se escondía la familia Frank de los nazis, no deja a nadie indiferente. Es interesante reservar con tiempo, ya que recibe miles de visitas al día y se forman largas colas.
Siguiendo la ruta se llega a la calle Westerstraat (donde los lunes por la mañana se instala un estupendo mercadillo con gangas de marcas reconocidas) y, al cruzar el puente, a la calle Prinsengracht, donde podrás visitar el Museo del Tulipán.
Tampoco puedes perderte otra insignia de este barrio de Ámsterdam, los hofjes. En la época fueron ideados para dar cobijo a mujeres solteras, viudas o huérfanas. A modo de patio interior alrededor del cual se situaban las viviendas, eran un modo de descargar consciencias por parte de los hombres ricos, ya que ellos se encargaban tanto de los gastos de construcción como de mantenimiento, y del sueldo de un supervisor encargado de que la paz reinara en el hofje. Algunos han perdurado en el tiempo y es posible su visita; es interesante consultar con las oficinas de turismo cuáles de ellos están abiertos en la época en la que vas a viajar a Ámsterdam porque van variando.
Los hofjes más bonitos son los de Karthuizerhof (del año 1650, situado donde antes se encontraba un monasterio) Sint Andrieshof (el más antiguo ya que se construyó en el año 1617. Llegó a tener 36 casas ara un total de 66 mujeres inquilinas), y Venetiahofje (con un precioso jardín de cerezos en el centro, este hofje fue sufragado por un comerciante que viajaba asiduamente a Venecia, de ahí su nombre).
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